El Sitio de mi Recreo

... Bitácora de Guajuca ...


La serpiente sonrió dulce e irónica cuando la vio surgir de la espesura.
- Muy pronto has vuelto -le dijo.
- ¿Hay otros Jardines o es éste el único?
La serpiente se rió.
- ¿Puedo saber a qué se debe semejante pregunta?
- Vi en el fondo del río imágenes extrañas que sin embargo parecían más reales que tú o yo o todo esto. Sentí que de mí dependía hacerlas existir.
- ¿Y qué crees que debes hacer para lograrlo?
- Debo usar mi libertad. Comer de la fruta.
- ¿No tienes miedo?
- Elokim quiere que lo haga.
- No es lo que me dijo.
- Lo sé y no lo entiendo.
- Quizás tema la libertad. La culminación del creador es crear su propio desafío, pero nunca se sabe con Elokim. No puedes decir que no te lo advertí. Podrías morir. Aunque admito que sería absurdo que los destruyera cuando apenas los ha creado.
- No moriré. Lo sé. Él espera que yo coma. Por eso me hizo libre.
- Puedes decidir no hacerlo.
- No. Sería demasiado fácil. Ya no es posible. Necesito el conocimiento.
- Tienes que saber -rió la Serpiente-. Verdaderamente los hizo a su imagen y semejanza. Él es el que todo lo sabe.
- Y el que tiene miedo de saber. Pero yo no tengo miedo. He visto demasiadas cosas. ¿Por qué habría de verlas si no para comprenderlas y arriesgarme a que existan?
- Quizás para que aceptaras que no puedes comprenderlo todo.
Se quedó pensativa. Había cruzado la pradera bajo la mirada atenta del búfaloy el elefante, que empezaron a seguirla. Cuando llegó al centro del Jardín, al pie del árbol, ya eran muchos los animales que la seguían, acobardados y fascinados a un tiempo. Ella miró a su alrededor. No estaba siquiera segura de tener el valor de hacer lo que su concienciale dictaba, pero no tenía alternativa. El Jardín entero esperaba por ella.
- Tocaré el árbol primero. Veremos si en verdad me causa la muerte.
- Mira que yo estoy recostado en él y nada me ha sucedido. No es muy fácil morir.
- Vi la muerte y no me gustó. ¿Qué sentiré si muero?
- No sentirás nada. Ése es el problema precisamente. Nunca más sentirás nada. La muerte es de una simplicidad terrible -sonrió la Serpiente
Eva se apresuró. Sus manos sudaban. Le pareció que el aire apenas alcanzaba a llenar su pecho. Extendió la mano. Su mano derecha tocó la áspera piel vegetal del árbol. Abrió los dedos. Oyó el retumbo de su cuerpo que palpitaba entero queriendo salirse de su envoltorio. Cerró los ojos. Entreabrió los párpados. Seguía de pie en el mismo lugar. Estaba viva. Nada había cambiado. No moriría, pensó. Comería y no moriría. Envalentonada, se acercó a la rama más baja, tomó el fruto oscuro, suave al tacto. Lo llevó a su boca y lo mordió. La dulzura del higo se extendió por su lengua, la carne blanda derramó miel entre sus dientes. El efímero pálpito de espuma de los pétalos blancos que caían del cielo se le antojó materia insustancial comparado con el jugo penetrante, el aroma del fruto prohibido. Sintió el olor dispersarse dentro de ella. El placer de sus papilas se expandió como un eco en su cuerpo. Entreabrió los ojos y vio a la Serpiente en la misma posición. Los animales. Seguía todo igual. Tomó otro fruto, golosa. El néctar se derramó por su barbilla. Cedió a la euforia. Les lanzó una fruta y otra y otra a los animales, desafiante y contenta. Los animales se aglomeraron. Uno a uno se aproximaron y bebieron el jugo de su mano. Quería que comieran todos, quería compartir el nuevo sabor, la sensación de hacer por primera vez lo que su cuerpo le pedía. No sólo no había muerto, se sentía más viva que nunca. Miro al Fénix revolotear sobre su cabeza. Lo llamó. Le tendió la fruta. El pájaro no descendió. Voló lejos. Se alejó emitiendo un triste graznido.

El Infinito en la Palma de la Mano
-Gioconda Belli-

2 Responses to “Los Jardines del Edén”

  1. # Blogger María Pérez

    Inconfundible Gioconda...
    :-)  

  2. # Blogger Guaju

    La Belli es mucha Belli...
    :P  

Publicar un comentario