El Sitio de mi Recreo

... Bitácora de Guajuca ...


De aquella mañana recuerdo un manojo de nervios perforándome el estómago a pie del andén 9... el sudor en las palmas de las manos y mis dioptrías buscándote entre la gente... No imaginaba entonces lo que iba a odiar y a amar, a partes iguales, esa estación, ese andén, esos kilómetros de raíles... que mis ganas, a partir de ese momento, iban a viajar en tren de cercanías o por el lado derecho de la Y griega... con billete de ida y vuelta...
Llevabas una camisa azul y una carpeta en la mano izquierda... supe que te quería antes de verte, pero cuando llegaste a mi lado, descubrí que te quería para mí...
Como ya no había más cafés que descontar, nos lo tomamos... Nunca el ancho de una mesa fue tan ancho... ni sé cuántas veces removí el café... Y me regalaste un libro... y yo hablaba y hablaba sin parar para disimular mis nervios... porque el silencio no estaba invitado ni quería concederle un solo segundo de aquella mañana de primeros de junio...
Sonreías y agachabas la cabeza sin atreverte a sostenerme la mirada más tiempo de la cuenta... yo ardía en deseos de besarte y transmitirnos un poco de calma, pero insisto, nunca el ancho de una mesa fue tan ancho, ni sus patas soportaron tanta magia... Fue luego, a la orilla del mar cuando mis labios pidieron auxilio a tu boca y me rescataste a besos... a abrazos fuertes y apretados... y acaricié tu espalda por primera vez con las yemas de mis dedos... y respiré tu aroma, me impregné de ti hasta memorizar tu olor en mis sentidos, para saber distinguirte de lejos entre la multitud...
Y empecé a aprenderme tus horarios y los de los trenes... los itinerarios de los buses y del mapa de tu espalda... A masticar la impotencia que produce coger el último Alsa y darte el último beso... pero las calles de tu ciudad se hicieron travesías de las mías a cambio de las gaviotas y del olor a salitre de mis callejuelas sin nombre y sin color en los planos...
Me senté a esperar pacientemente, fumando mil cigarrillos, a que desenmarañaras las hebras y los nudos que tenías en la cabeza, poniéndole velas a todos los dioses en los que jamás creí y jamás creeré... pero barajaste los naipes y me quedé entre tus cartas con el as de corazones en los dientes...
Desde entonces hasta hoy ha sido todo como viajar en una montaña rusa... tan rusa como tus manos y tu boca... doce meses con subidas y bajadas... con curvas, con frenazos... y con la adrenalina palpitando sin permiso alguno en la sien... Pero aquí seguimos en pie de guerra... enseñándole los dientes a la vida y a lo que se ponga por delante... un par (1+1) de kamikaces por la autopista de los que nadan a contracorriente pero con un par de agallas...dejándonos mecer por el viento... parcheando tempestades e improvisando (siempre, todavía) muchos puntos suspensivos...
La vida es mucho más Vida desde aquella mañana de junio y yo, que siempre me he limpiado los besos con la manga de la chaqueta, me sale el merengue a cualquier hora por la nariz... Pero es que siguen existiendo toboganes Azules y las tiritas del bolsillo izquierdo no tienen fecha de caducidad... Aún quedan muchas ciudades por descubrir y rincones de tu cuerpo en los que perderse... Te debo una canción y un viaje en bicicleta con cintas de nuestros colores... pero también te debo un par de collejas por mostrarme aquí, una vez más, vulnerable y esclava del ritmo de tus caderas... yo, que siempre fui la más chula del barrio... que salgo a la calle silbando entre dientes, con las manos en los bolsillos, el estribillo de nuestra canción... Yo, que te quiero y no me da vergüenza decirlo y gritarlo a los cuatro vientos, aunque se me suban los colores...
Pese a todo (lo esperabas y aquí lo tienes), *quererte por tu belleza y por tener los ojos más bonitos del mundo no tiene mérito alguno, porque eso lo haría cualquiera... incluso yo, que juego a hacerme la interesante...




*frase tremenda robada/prestada de Caracol...

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