El Sitio de mi Recreo

... Bitácora de Guajuca ...



Se trata de aprender a comunicarse con nuestro propio idioma... crear sobre la marcha una nueva ortografía... inventarnos un lenguaje que sólo lo reconozcan nuestros labios rusos...

Así, por ejemplo, cuando me quitas de las manos el mechero, yo sé que en realidad lo que quieres es darme un beso... o cuando yo te echo el aire de las cartas en la cara y protestas, tú sabes que, en realidad, yo estoy deseando acariciarte y perderme en tus ojos, donde no pueda encontrarnos nadie... que si tropiezo es para que me sujetes... y si te hago la zancadilla, es para tenerte tres segundos entre mis brazos... si te guiño un ojo, en realidad, te estoy diciendo qué guapa estás y lo mucho que me gustas... y cuando me llamas vieja, yo sé que en el fondo me quieres un poco...
En realidad no es difícil, pero hay que aprender a domesticar los instintos y hacer cursillos acelerados para aprender a sentir con esos sentidos que creíamos olvidados...

Y cuando seamos incapaces de contener por más tiempo las ganas acumuladas, y éstas empiecen a salir con urgencia y a borbotones por los poros, sabes que siempre podemos hacer una reserva en la luna y subir a festejarnos, tropezarnos y enredarnos... hasta gastarnos la piel...



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y no sé por qué, al colgar esta entrada, me acordé de Galeano

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Celebración de la Voz Humana/2

"Tenían las manos atadas, o esposadas, y sin embargo los dedos danzaban, volaban, dibujaban palabras. Los presos estaban encapuchados; pero inclinándose alcanzaban a ver algo, alguito, por abajo. Aunque hablar estaba prohibido, ellos conversaban con las manos.
Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos, que en prisión aprendió sin profesor.
Algunos tenían mala letra -me dijo- Otros eran unos artistas de la caligrafía.
La dictadura uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno, que cada uno fuera nadie: en cárceles y cuarteles, y en todo el país, la comunicación era delito.
Algunos presos pasaron más de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar más voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores. Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, condenados a esa soledad, se salvaron porque pudieron hablarse, con golpecitos, a través de la pared. Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores; discutían, se abrazaban, se peleaban: compartían certezas y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tiene respuesta.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada"
(Don Eduardo Galeano)

2 Responses to “Tocan los Ojos, Miran las Bocas, Gritan los Dedos...”

  1. # Blogger Marian

    Gritan los dedos...  

  2. # Blogger Guaju

    Lady Marian... una vez más, el maestro Sabina...

    Gritos silenciados...de los que queman... qué mal se llevan a veces...

    Besos  

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